jueves, 10 de enero de 2008

Filosofar a lo tonto...

En el tercer milenio los dioses cubrirán la vacante de Dios
El individuo nace solo como consecuencia o fruto de una acción, amor o polvo, cada día más fortuito y cada vez menos identificable dado el trasiego de encuentros emergentes.
Luego se le van poniendo distintas caretas (personas en griego) hasta que elige y consolida la propia; desde la última careta (la elegida), emerge la propia personalidad que se expresa con distintos caracteres, según las circunstancias.
El individuo pensante y convertido en persona según su careta se encontró con su propia finitud, con sus límites concretos (nace y sabe luego cómo y de quién; vive según cada cual en su entorno y muere o consume su temporalidad como los demás.
Se comprueba que “los antecedentes" (familia de origen) no cambian su consecuente, muere igual; ya muerto no puede ver ni haber diferencia..., ya que no existe.
Nacer es una verdad por ser un hecho tangible; vivir es una verdad relativa por su temporalidad; morir es la última verdad comprobable solo por los que se quedan con lo que tú hiciste o acumulaste.
Nacer y morir son hechos solo objetivables para los demás; cada uno de nosotros sólo puede objetivar parte de los días de la propia temporalidad, es decir, el tiempo contable de la propia existencia consciente.
El que nace no sabe vivir solo; vive en la pequeña tribu familiar; pero esa tribu teme por su subsistencia y se alía con otras tribus...y así más tribus distintas.
Cuando las tribus son demasiadas, el espacio se hace pequeño y peligran los medios de subsistencia; entonces surge una degradación intelectual (racionalización) o argumentación auto-convincente que lleva a la decisión y acción : “eliminemos otras tribus (las débiles, los invasores, los extraños..., otros); hay que hacer espacio para unos pocos (mi tribu)”.
Si nacer es el accidente y vivir es el ser, la realidad existente y comprobable; morir será el no ser, ni esencia ni existencia.
Aspiramos a no morir (a indelimitar nuestra temporalidad), nadie quiere morir.
La religión es religación (reunión, libre atadura, compromiso, connivencia con símbolos, gestos, consignas...etc.) identificadores de creencias, convicciones o incluso fe en algo o alguien (no siempre identificado) pero sí más o menos trascendente, visible o invisible, real o imaginario, deseado o temido pero, en todo caso “inmortal”.
Nosotros morimos todos; sólo uno no debe morir, llamémosle Dios y que viva pero no aquí; si vive aquí terminaremos matándole; que viva donde todos desearíamos vivir, lejos, muy lejos...en el cielo y para siempre, como nosotros desearíamos permanecer eternizados allá, ya que acá no puede ser.
Debe existir, debemos crear un solo Dios por que si creamos varios dioses como nosotros, los mataremos o se morirán; si ese Dios se atreve a enviarnos mensajeros o Profetas también deberán morir...; y si no mueren por sí, los matamos nosotros.
Quien no admite a Dios a quien necesita y busca, crea sucedáneos (dioses); el formato es lo de menos.

Cuando la práctica de la cultura religiosa decae, emerge con mayor fuerza la práctica aislada o colectiva de otras “religaciones laicas”(Partidos, ONGs, Sectas, Negocios…etc).
En este milenio la mística como expresión sublime de cultura será suplantada por la tecnología o por la técnica como herramienta y expresión de tener poder y de dominar; la mística será el formato de la trascendencia y el acercamiento a la divinidad.
En el 4º milenio sólo los místicos serán capaces de convivir con los científicos por que ellos habrán aprendido a ser mortales, den o no a Dios la inmortalidad.


1 comentario:

jaio dijo...

Eguerdion, acabo de descubrirte como aprendiz. Saludos cordiales.