Ensayo de antojos por asonancias
1-Alguien asoma la jeta. El gato rezonga. Vuelan hojas muertas. Un
nido pía. Cruje el sol seco en las hojas. Vergel otoñal. Fango seco al caer la colina. Cierzo
lento. Olvido añejo. Vive la muerte sin fin. Exulta sin fin la vida.
Mi burro
Camilo rezonga tullido y trota cansino. Pensamiento vacuo. Translúcido en
cavilar, sube al desdén. Vileza de éxtasis en rendijas placenteras. Trastienda
opaca. Volátil lentitud y sosiego precipitado.
El bosquimano
amanece al silencio. Alborota un lirio. Colibrí hierático. Carmesí pétreo y
canción muda.
Nudo blando. Pez hundido en plano
montañoso. Repite holganza. Ríe el dolor. Jadea la fertilidad al parir.
Agua
sudorosa al flamear de eolos quietos. Acuna sus hojas mi otoño soñoliento y
bosteza el bosque en exangüe desánimo. Sube la plenitud del vacío hundido. Vida
plena en latido ausente.
Noctámbula
hilaridad asida al galeno exánime. Calceta rota con pies ateridos. Callejones
entre chusma ocicante. Aliso quebrado. Farol grasiento. Obesa violación.
Alfanje de oro y risa.
Irrumpe
el chirriante traqueteo vial con ojos de fuego y cola viperina, dotado de
branquiales vomitonas en sumideros bípedos, que
traccionan onerosos matalotajes.
Felino
corderillo ubrea instintos de loba y un taimado cervatillo pastorea la camada
de dulce tigresa mientas lame el lúbrico dedo engatillado.
Otoño
fecundo en zarzuela de color. Bosque animado. Bullir de frutos. Verbena de
cosecha entre ardillas, topos y
hormigas; gravitan las hojas secas y cubren, al ralentí, la fecunda castaña, la
bellota orgullosa y el trajín hormiguero.
2.-Allá, arriba, altivos dos cipreses galanean su
corona, reyes creídos en el robledal. Bayas del castaño fecundo en erizos que
hieren el cantar de la brisa - niña, temeroso del batir de sus padres, amigos
del duende octubre.
Desde su
erizada cuna entreabierta me mira una castaña asustada, aún dolorida del golpe
liberador; ¡me he lanzado desde allá arriba!...¡¿ a que soy valiente ?!; lo
dice sin aspavientos, observando con rubor su desnudez compartida con el humus
que la fecunda. ¡exultación!...
Lontananza
avistas el devenir transido de rebrotes. Oxido verdoso asido a la roca y al
tronco. Nace una vida de hilos intuidos y camina grácil una araña ya tejida.
Una lágrima hospeda el fluido resol. Inicia
la danza del trasluz. Canta la libélula, zumba y levita el colibrí, que
mosquitea el azahar...; ¡vida!, nueva vida al fin.
Dedalea
ágil la tortuga entre quimas y raposea apática la ardilla entre el fango
aterido de luz mortecina. Ícaro se lamenta en alas derretidas y duerme el
laberinto ático. Iza la voz en quejido al abismo. Resuella un rebuzno
sintónico. Todo el bosque escucha placidez orgullosa.
Sisea
zigzagueante el topacio mientras un alevín azulea la roca hendida de ocre, que
cimenta el tronco rallado a fuego cenital. Atisbas cirros luminosos en vorágine
fija.
Hayedo
que agita la paz en sinfónico silencio; batir plano de trenzas asumidas que
integran la fusión diversa en frutos del nido imaginados; vida exaltada,
convento de alas, piar de fakires, altura plana, rozar de grises; algarabía
orquestada de sentidos, leve zumo visual,
pálpito auditivo, acidez táctil, estrépito de silencios
intuidos...catedral de eolos en rocoso recinto por ser.
3.-Colores escritos en pintura, libro pintado en
escritura, paisaje dicho en ciego, nada con todo, soledad tumultuosa, vida sin
realidad, subir sin altura, olvido sin historia, tener sin ser, morir sin
vivir, existencia sin esencia...
Caminar
atávico y felino, sin dobleces pero ceñido, como levitando en la espesura de
este bosque mestizado entre hayas, robles, alisos, castaños, abedules,
avellanos,...cipreses...y todos los coriáceos; asambleados en arbórea catedral
de esculturales ramificaciones de nervios elicoidales; es un valladar umbrío e
inaccesible como trasunto para la contemplación de bronca humildad en barroca
ascesis.
Teñido
el albur de certeza, olisquea un ademan no sugerido y retorna la dádiva sin don
como un vacío.
Bien
herido el faquir tienta la sibila y airea su dudosa certeza sin contaminar al
hado hundido en su trágala jaztanciosa.
Altivo
el hálito del espliego rezuma su aroma
al relente y contempla el tenue batir como ósculo lujurioso de una maruja al nacer
el mórbido ocaso.
Aterecido
el lecho de tersas sábanas musita el roncador su dédalo onírico tanteado por
grávidos atisbos que degustan la pérfida panóplia audípara en el humeral de una
seca foresta.
Titiriteros
y saltimbaquis ulúlan su quejido átono y quietan la serena lentitud muerta en
la tundra alpina; anida el sobrio erizo en la copa y vivaquea rezongando en su
cueva un titilado colibrí.
Conciliábulo
de gnomos regatea nuevos horizontes; atiza carbones pálidos el rostro vínico
del leñador y un zas apila trozos de calor escondido bajo albo talud.
Chisporrotea
el declive otoñal cuando, al ocaso diurno, la aguda ardilla dentea bayas de
ojos volátiles y resume su cosecha para la humilde laxitud compartida ante el
copo que llega.
Comprime
la sabia su tronco hierático, alisa sus
nervios lívidos, humedece su altura y afinca las druidas al lar...esperáis
reventar vuestra vida constreñida en nueva explosión de color, como áulico don
de la luz.
Olentxero
exultante ensaca sorgines, druidas, méigas, lechuzas y búhos, que fundidos en
santo Akelarre Aleluyan el ralo Lar prestado al aterido Infante, mientras
resoplan el Poderío y sus “istmos”.
Por fin
me dice: estas loco; contesto : sí estas loco; la verdad solo tiene un camino
por que es locura y por que dicen que dijo que se hace camino al andar. No te
entiendo..., ¿ y yo ?.
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