lunes, 5 de marzo de 2018

¿AÚN SE PUEDE CONVERSAR CON UN AMIGO QUE SE FUÉ? pero me dijo lo que sigue...

Caótico AMIGO: me vas a perdonar que no te haya contestado antes.

Entre la revista Acta Científica y Tecnológica que yo dirijo (te mandaré un número inminente) y una tesis en la Universidad, en Pamplona, a donde he tenido que desplazarme, me he comido el tiempo.
Ya he visto tus elucubraciones de las que tú mismo me dijiste que eran una especie de juego o "braiestorming"  y que a mí me han recordado a esos pistoleros del Oeste que entran en el saloon disparando al techo, a las estanterías, a las escaleras  que suben el picadero... a donde sea.
Pero a medida que avanzas en tus pensamientos vas acercándote a un tipo de preocupaciones que me atañen no sólo a mí, sino a las actuales filosofía y teología avanzadas.

Es el tema de Dios, de Cristo, de la inmortalidad.

Después de lo que hemos ido sabiendo sobre el Universo y sobre sus magnitudes espaciales y temporales, y más todavía sobre la composición de la materia y sus implicaciones cosmológicas (que en buena parte son epistemológicas y metafísicas)...se hace patente la impresión de que los contenidos más fundamentales de nuestra fe están formulados todavía en un estadio mítico.
La relación entre la Trinidad y la divinidad de Cristo resulta una construcción lógica y necesaria para explicar que Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre.  ¿ Cómo puede ser eso ?  La respuesta es: un  misterio.
La teología intenta, con  base en la filosofía de la "relatio", distinguir entre el "esse in" de una relación y el "esse ad". Una misma realidad, la relación, tiene dos virtualidades reales de una misma entidad.
Si yo comparezco ante un negro se me forma una entidad relacional con el mismo de carácter negativo o de desemejanza. Esa relación de desemejanza es una modificación de mi entidad, un "esse in", que en la medida en que sale de sí para dirigirse intencionalmente a otro "objectum" tiene otra entidad, el "esse ad", pero es una misma realidad.
A mí siempre me pareció todo eso una logomaquia digna de admiración por lo que respecta a la capacidad de revolverse en torno a una palabra o a una pseudoidea que han tenido nuestros escolásticos. Y encuentro que la concepción trinitaria no es un misterio sino una contradicción.  Naturalmente es una contradicción en una metafísica aristotélica o mediterránea o fundada en una percepción del ser en  la que los sentidos - y  entre ellos el sentido común - nos imponen unas falsas evidencias.
Hoy en día la física de partículas y los movimientos intraatómicos nos  muestran que nuestras percepciones espontáneas son falsas - por eso el trabajo de la física profunda es en  un 60% pura epistemología - hasta el punto de que el mismo principio de contradicción resulta ineficaz para argumentar ciertas realidades.
Quizá las filosofías orientales más blandas y menos coherentes - aludiendo a nuestro sentido de la coherencia - se ajustan más a las cosas que tiene que formular la física y - por lo que a este discurso respecta - también  se ajustan más a las explicaciones de lo que hemos recibido como Revelación.
Yo creo que el concepto de misterio hay que aplicarlo más al Absoluto, tomándonos verdaderamente en  serio la tesis de la analogía del Ser, es decir, insistiendo mucho más en lo que tal analogía tiene de desemejanza que de semejanza. Esto es tomismo puro a lo Sertillanges cuando dice que Dios es muy precisamente y muy propiamente un desconocido.
En realidad no es Dios el absolutamente desconocido, sino el concepto de Ser en  su absoluta puridad.  Y eso supuesto, aceptar que Jesús de Nazaret es Dios, sin meternos a explicarlo a través de la Trinidad, y es también hombre.
En realidad se trata de afirmaciones filosóficamente vanas. La afirmación "Jesús es Dios" no es verdadera ni falsa, sino que no es más que un ejercicio verbal sin sentido ontológico ni lógico alguno, como se deduce del análisis de los términos: Jesús = personaje históricamente deficiente Es = no sabemos en realidad qué significa el verbo ser. "Quod non est purum nihil" nos dicen  los escolásticos.  Pero el nihil es una experiencia predicamental que no sirve para explicar por negación una realidad trascendental, no están en  el mismo plano.
Dios = tampoco sabemos nada de El en sentido filosófico.  La Teodicea parece que dice algo...Pero sólo dice negaciones de limitaciones. Infinito, es decir, no finito, etc. O sea que le negamos a Dios cosas malas nuestras, como podríamos decir que Dios no es calvo o que no es contrario a las alubias de Tolosa.
Yo creo que el suceso Cristo acontece en un orden  caracterizado por nuestra propia existencia humana, viva y anhelante de inmortalidad.
Nuestra vida es real y Jesús se localiza dentro de este acontecer humano para empalmarnos con ese más allá al que El pertenece por derecho propio.
La escuela escotista dice que el Hijo se habría encarnado aun en la hipótesis de no-pecado original. A mi eso me parece más grandioso todavía, en el sentido de que la creación del Hombre parece deberse a un designio absoluto de Dios que quizá lleva en su propia condición de Ser absoluto el darse, según aquel effatum escolástico del Bonum est diffusivum sui. Si esto fuera condición entitativa del propio Ser, tendría sentido también lo de la Trinidad y hasta la existencia de los ángeles.
La conclusión de todo es que la Teología me parece un importante ejercicio de pensamiento para sacar conclusiones, pero me interesa mucho más la mística.  Voy a dedicarme un poco a Teresa y Juan de la Cruz. Un abrazo de… tu amigo.

Amigo  :

Te leo y me retrotraigo sin esfuerzo a mis prístinos años de clandestino criticismo estudiantil en la Uni cuando, después de las clases para la Licenciatura, discutíamos en latín, entre alumnos díscolos y con textos de Rhaner y otros próceres del momento, las tesis escolásticas en textos previamente defendidas también en latín por nuestros admirados, entregados y voluntariosos profesores...
Abrazos de tu siempre amigo.
   
 
 
 


 

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